La banda finlandesa de power metal melódico Stratovarius dio su primer recital en Paraguay y sacudió casi mil almas en el BCP.
Por Jorge Coronel
Entre la nostalgia de más de dos décadas de carrera y una vigencia que se evidencia con el reciente lanzamiento de su nuevo álbum “Nemesis”, Stratovarius dio un primer concierto en Paraguay ante casi mil personas.
Sólidos como pocos, potentes, frescos y cercanos, los integrantes de una de las agrupaciones más fuertes del power metal y el metal melódico mundial ofrecieron un espectáculo que brilló por un repertorio estructurado en clásicos de su repertorio, algunos estrenos de su reciente disco y una interacción continua con sus seguidores.
La banda de heavy metal local Rushmore abrió el concierto alrededor de las 21:00, con un sonido prolijo y una fuerza aceptada por el público. En su repertorio resaltó “Kingdom of Demons”, primer corte de difusión del álbum de la agrupación.
Eran las 21:59, cuando el vocalista Timo Kotipelto, el guitarrista Matias Kupiainen, el bajista Lauri Porra, el tecladista Jens Johansson y el baterista Rolf Pilve saltaron al escenario del Gran Teatro del Banco Central del Paraguay (BCP), luego de una base, a modo de solemne presentación.
Desde “Nemesis”, “Abandon” daba inicio a un concierto en el que lo clásico convivía con las nuevas creaciones de la banda.
Inmediatamente, era momento de “Speed of Light”, aquel frenético tema que sirvió para que los músicos empezaran a desplegar su virtuosismo instrumental.
“¡Buenas noches, Paraguay! ¿Qué tal?”, saludó el vocalista, mientras agradecía por su primera vez en el país.
El ritmo progresivo de “Halcyon Days”–que Kotipelto presentó como una de sus nuevos temas– dio lugar para invitar al público a seguir con palmas. Los fans demostraron su entusiasmo, y el cantante agradecía con reverencias hacia ellos.
El sonido nostálgico de “Eternity” –editado a mediados de los ’90– provocó de nuevos palmas en el público, mientras Pilve marcaba el ritmo de la noche.
El regreso a la actualidad –con “Dragons”, que proyectaba un aire místico–, estaba acompañado por un juego de luces amarillas. “¡Muchas gracias!”, agradecía el cantante.
Rolf Pilve tomó protagonismo en un solo de batería, para dar lugar a una potentísima “Eagleheart”, un regreso a diez años atrás, cuando lanzaban “Elements, Pt. 1”.
El intercambio de palabras, de nuevo, se repetía. Esta vez, en guaraní. La infaltable frase de “¡Rohayhu, Paraguay!” hizo estallar al público, mientras agradecía nuevamente a sus fans.