Considerado el guitarrista más influyente de la Argentina, el líder de Rata Blanca habla del lado más rockero de la banda. Antes de sus tres shows en Paraguay, recuerda su primera vez en el país y arremete contra los falsos «rockeros».
Por Jorge Coronel
«Paraguay es uno de los países más queridos, de los primeros que hemos tocado fuera de la Argentina», es lo primero que dice Walter Giardino, el emblemático fundador y guitarrista de Rata Blanca, en una entrevista telefónica desde Buenos Aires. El músico de 55 años reconoce que nuestro país ha sido «el principio de la gran aventura de Latinoamérica para Rata Blanca, así que los tenemos muy presentes».
La banda formada en 1986 es la principal atracción del Paraguay Rocking Tour, gira que encabeza junto a una serie de bandas locales y que los llevará a escenarios de Encarnación, Asunción y Ciudad del Este, el próximo fin de semana. La ocasión servirá para que los argentinos presenten en vivo su más reciente producción, Tormenta eléctrica (2015), un álbum al que Giardino considera «el más rockero» de Rata Blanca.
Sobre el proceso de concepción del nuevo disco, las divergencias conceptuales entre el marketing y el rock, los roces de la banda con el establishment y el espacio del género en los medios, Giardino dialoga en confianza antes de su visita al país. También califica al mainstream de la Argentina como «demasiado estúpido».
-¿Qué recuerdan de la primera visita al Paraguay?
-¡Muy divertido todo! (Risas) Fue muy divertido. La pasamos bastante bien. Las cosas fueron geniales y me acuerdo de la primera vez que fuimos que nos encontramos en un estadio repleto de gente, ¡coreaba nuestro nombre y no lo podíamos creer! Fueron de las primeras salidas de Argentina y eso fue muy emocionante porque marcó una etapa internacional del grupo y bueno, Paraguay está en los buenos recuerdos y en los grandes recuerdos. Fue a principios de los ’90, en el año 1992.
-Esta vez presentan Tormenta eléctrica, un álbum con mucha fuerza. ¿Cómo sentís este disco?
-Es quizás el disco más rockero de Rata Blanca, el más rockero… que implica una tendencia, quizás, en donde la música neoclásica o el metal propiamente dicho no tiene una presencia tan marcada como en otros discos. Es muy directamente rockero -rock metálico, por supuesto-, pero bajo un signo más de rock clásico. Y es muy potente. Este disco nació para ser tocado en vivo. Todas las canciones del disco, si bien en el disco funcionan muy bien, en vivo funcionan mejor. Y realmente eso es algo muy bueno y una de las mejores cosas que pueden pasar con un disco: saber que ese disco es divertido, que ese disco te entretiene, que pasa rápido y que tengas ganas de seguir escuchando. Las canciones funcionan muy bien y, sobre todo, creo que también es una reivindicación al rock, una defensa también al nombre del rock, que muchas veces está siendo usurpado de alguna forma por personajes que utilizan esa denominación para tener un imagen o para tener un acercamiento que no siempre es verdad. El rock es rock, no es perfume. Es rock.