Más de treinta años de carrera condensados en treinta canciones durante dos horas de show. Los hermanos Pimpinela reconquistaron a su público y saludaron a las madres paraguayas.
Por Jorge Coronel
Entre cientos de canciones compartidas en escenarios, estudios de grabación y giras internacionales, Pimpinela se volvió a reunir en la noche del jueves con su público local. Un concierto emotivo, si se considera que el dúo sigue celebrando sus treinta años de vigencia con su giraÍntimo y secreto; y que, además, aprovechó la fecha para rendir tributo a las madres.
Elegantes y seductores, los hermanos Lucía (53) y Joaquín Galán (59) subieron al escenario del Centro de Convenciones de la Conmebol con la versatilidad, teatralidad y carisma que acostumbran al público que los vio crecer –ya desde la década de los ’80– como uno de los proyectos musicales más importantes la escena pop latinoamericana.
Con Estamos todos locos empezó el recital que hizo un variado repaso por la extensa trayectoria de los intérpretes. Con cuerpo de baile incluido y audiovisuales proyectados, los hermanos entregaron éxitos como Esto no es amor, ¿Yo qué soy?, Mañana, Vivir sin ti no puedo y Hay que estar en mi lugar.
El mayor de los Galán aprovechó para pedir “perdón por la demora” del regreso, mientras utilizaban elementos del escenario para los distintos pasajes musicales. Por ejemplo, sentados en una mesa mientras hacían Me hace falta una flor.
Las exitosas peleas seguían, sin dar respiro, provocando más y más aplausos. Era tiempo para temas como Es mentira, Solo hay un ganador –inspirado en un episodio difícil de la vida de Lucía, según presentó–, Olvídame y pega la vuelta –acompañados por un piano–, Tú me prometiste volver y ¿Por qué no puedo ser feliz?.
Entre tantos conflictos amorosos, el vínculo real de los Galán era motivo de tributo con Hermanos, antes que sigan los desencuentros al ritmo de Ese estúpido que llama, A esa y Valiente, aplaudidos con entusiasmo por las más de mil personas que llegaron hasta la Conmebol.