La banda de rock uruguaya No Te Va Gustar cerró su gira con un sinérgico show en Paraguay.
Por Jorge Coronel
El grupo celebró su vigésimo aniversario con localidades agotadas, recuerdos para su fallecido tecladista y un homenaje para los Auténticos Decadentes.
Hace más de un año se presentaban en Asunción, en el predio de un Arena Circo que rebasaba de fans. En 2012 hacían lo propio, cuando llenaban el Casco Antiguo del centro, en un regreso que sorprendió a locales y foráneos. Esta vez, la agrupación tocaba en el Court Central del Yacht y Golf Club, y el encuentro se convirtió en una revolución para su público y la misma banda.
Paraguay era, así, fin de la gira que emprendieron este año promocionando su más reciente producción, El tiempo otra vez avanza (2014). Unas 5.000 personas se agolparon en el Yacht, con varias localidades totalmente ocupadas: situación que -permítase comparar, solo con fines estadísticos- figuras icónicas no lograron este año.
Después de que Salamandra oficiara de telonera, la agrupación uruguaya subió al escenario pasadas las 22:00, con Llueve tranquilo como carta de presentación. Desde entonces, el show propuso un hit tras otro, con la correspondiente sinergia entre los fans y la banda. ConHijos de las armas, Sin pena ni gloria, Destierro y Al vacío, la agrupación saludó a los paraguayos, entre banderas uruguayas, y alguna que otra local.
Con el viento animaba los primeros pogos, en un medley que enlazaba a la frenética Fuera de control, situación que sirvió para que el vocalista Emiliano Brancciari agradezca a su público. «Este es el último show del año para nosotros, es especial en ese sentido -aseguraba- y también es especial que sea acá, porque siempre nos han tratado de primera, y terminarlo en este marco para nosotros es un orgullo».
Las palabras sirvieron de preámbulo para El error, mientras el público acompañaba con fuerza en los coros. La noche seguía al ritmo de Mirarte a los ojos, Tu defecto es el mío, Verte reír y Me ilumina hoy, tema que presentó como apertura del nuevo disco.
Los brazos se extendían en alto con la efusiva Arde, que -entre solos de guitarra- daban lugar aEl camino, toda una declaración de principios.