Natalia Oreiro tiene 36 años, pero por su hoja de vida pareciera haber acumulado muchos más. Aquella chica, que comenzó en su adolescencia como modelo publicitaria, se ha convertido en una artista consagrada, empresaria… y mamá.
Por Jorge Coronel
Desde sus inicios como modelo adolescente de pasarela a modelo publicitaria –en su Uruguay natal– hasta su revelación como actriz en la televisión argentina. Años después, su debut y continuidad en el cine. El lanzamiento y reconocimiento como cantante. Más tarde, como empresaria de indumentaria de Las Oreiro, marca que lleva adelante con su hermana Adriana. Pero hoy, desde hace un año y cinco meses, es madre: su principal misión de vida.
Eran las 11:00 cuando llegaba a Pol-ka Producciones, una de las productoras de ficción más importantes de la televisión argentina. Pasaban varios minutos de las 19:00 para que recién me retirara, luego de una completa jornada de grabación de “Solamente vos”, la exitosa tira que protagoniza Natalia Oreiro junto a Adrián Suar. Estaba allí, entonces, en calidad de testigo de un sinfín de situaciones que jamás se verán en pantalla: desde chistes internos entre Oreiro y Suar; hasta una Lali Espósito (ex “Casi Ángeles”) yendo y viniendo por los pasillos, mientras el director planeaba la escena que en pocos minutos se grababa, y el continuo trabajo de los técnicos, controlando cada mínimo detalle.
Corriendo de un estudio al otro en Pol-Ka Producciones, con múltiples cambios de vestuario, y a pesar de la vorágine de vestirse en la piel de Aurora André –su personaje– durante gran parte del día, Natalia regala su mejor sonrisa con la misma calidez que la descubre en pantalla.
Si bien reconoce que la televisión le ofrece la adrenalina de la improvisación y de entrar a diario a la cocina de las personas, tras la llegada de su hijo Merlín Atahualpa –fruto del matrimonio con el músico argentino Ricardo Mollo (55)–, Natalia confiesa que las horas que le consume la grabación de la telecomedia, hoy, le provocan un desgaste físico y mental. “Me está costando mucho tantas horas estar tan lejos de mi familia. El primer mes decía: ‘No voy a poder, no voy a poder…’. ¡No me acordaba la letra! Porque, imaginate que hago una película por día: acá hago 20 escenas por día y en una película hago dos escenas por día (…). Llego a mi casa y estoy con mi hijo, se duerme y me pongo a estudiar. Y duermo cinco horas por día… Entonces estoy muy cansada”, se lamenta.
Mientras ensaya con sus compañeros la próxima escena, Natalia observa cada detalle de la puesta y apunta al director datos de continuidad: desde qué ocurría en la escena anterior hasta cómo subrayar ciertos giros dramáticos de su personaje.
-En las grabaciones tenés una visión creativa en la puesta en escena. Acotás detalles de continuidad que al director se le escapan…
-(Risas). Sí, ¡pero eso es de metida! Me meto mucho. Soy una obsesiva de las continuidades. De todo tipo de continuidad: la dramática, para mí es fundamental. Siempre estoy anotando de dónde vengo, hacia donde voy. Yo tengo diez capítulos diarios, entonces voy y vengo de atrás para adelante, y es difícil acordarte la escena que va pegada atrás, y la que va después. Entonces es muy complicado.
-¿Sos muy perfeccionista cuando te ves en pantalla?
-¡Yo soy insoportable! Veo todos los capítulos siempre, mando mensajes de texto a las 2 de la mañana a mi productor, le digo: “Se me ocurrió tal cosa”. Con Adrián (Suar) charlamos mucho… Trato, primero de estudiarme la letra, y después desestructurarla. Depende del compañero… depende, si surge alguna improvisación. Adrián improvisa mucho, entonces nosotros nos conocemos tanto ya trabajando, que yo lo sigo. Nos acoplamos bien.