Tocó para estrellas como Andrés Calamaro y Raphael. El ganador de un Grammy Latino nos presenta Pachuco, álbum en el que combina el folk norteamericano con la más clásica música latina.
Por Jorge Coronel
Acompañó durante temporadas al músico y compositor argentino Andrés Calamaro, artista con quien -en varias ocasiones- descubrió la pasión del público paraguayo. Su nombre es Diego García, mejor conocido como Twanguero, un artista que descubrió la guitarra a la edad de 6 años, y -ya con 13- formaba en su Valencia natal su primera banda musical.
De ahí en más: su futuro estaba «cantado». No podía hacer más que dedicarse a la música. A lo largo de su carrera colaboró con artistas como Juanes, Jaime Urrutia, Fito Páez, Enrique Bunbury, Raphael, Camilo Sesto, Ana Toroja, Diego Torres y Diego El Cigala. Con el último, compartió un Grammy Latino, por la coproducción del disco Romance de la Luna Tucumana.
Pese a sus posibilidades, García prefiere encontrar su voz en ese instrumento al que le debe todo: la guitarra. «Hace muchos años que encontré mi voz con la guitarra, y eso es algo que me distingue de mis camaradas-compañeros de profesión», comenta.
Y, con Pachuco -disponible en Spotify-, el amante del sonido twang de los ’50 explora parte de la tradición latina florecida en Los Ángeles en los lejanos 40. «Con este disco ofrecemos baile y estamos llegando a más público aquí, en Europa. Si hiciera un giro hacia la ‘canción de autor’, me cerraría muchos campos que ya he abierto», explica.
Para García, «el hecho de tocar la guitarra te da una entrada en países de habla ‘no hispana’ donde no escuchan pop o rock en castellano. Si voy a tocar a Alemania o Canadá vienen a verme los locales, no los españoles o argentinos que viven allí. Eso es una forma de ser internacional. Aunque nunca descarto hacer tal o cual cosa. Seguramente me abriría otras puertas y seria un reto interesante. Me gustan los retos».
-¿Cómo nace esa fiesta de sonidos registrada en Pachuco? A primera escucha descubrimos un disco de tradición latina muy conceptual…
-Nace de una estancia de 6 meses en el DF Mexicano y de los continuos viajes a Los Ángeles. Fiel a la tradición que me caracteriza de «Un viaje-un disco», esta vez surgió por aquellas latitudes. La conexión entre estas dos maravillosas ciudades me dio el hilo argumental de algo que llevaba años tramando: el encuentro entre el norte y el sur, los ritmos nuestros latinos y los sonidos de Norteamérica. Esto es algo que se fue forjando durante mis giras por el continente americano durante años y que, en la figura del Pachuco encontré la manera de relatarlo con un concepto poético. Los «pachuchos» eran inmigrantes mexicanos afincados en Estados Unidos durante los años 30 y 40. Vestían a la manera del hampa de Chicago y gustaban del swing, el mambo y el chachachá. Mi versión de Pachuco representa a toda América Latina. Es el choque entre la cultura del Norte y del Sur. Cuando el mambo y el rock se unen.