Un sueño cumplido para el gremio audiovisual. El jueves pasado, el Poder Ejecutivo promulgó la esperada ley de fomento al audiovisual. Cineastas y actores celebran el hito.
Por Jorge Coronel
Tras más de diez años de espera, la “Ley de Cine” es una realidad en el Paraguay. En 2005 iniciaban las primeras reuniones que buscaban definir un derrotero: un marco jurídico que sirva de sustento a una industria, por aquellos días, casi inexistente pero creciente, al fin. Eran días en que Paz Encina producía su primer largometraje, Hamaca Paraguaya, cinta que la consagró con el premio Fipresci de la crítica internacional en Cannes, en el año 2006.
En un texto titulado Justificación de la Ley del Cine Paraguayo, el realizador y docente Hugo Gamarra Etcheverry resumía la importancia de una legislación en material audiovisual para los ámbitos nacional e internacional.
En varios párrafos, asignaba valores a los aspectos sociales y políticos -definió a la ley de cine como un “espejo luminoso” para lograr integración, diversidad cultural, valoración afectiva del hábitat y engrandecimiento patriótico-, al aspecto económico -generación de empleo para artistas, técnicos, artesanos, publicistas, servicios conexos y anexos (transporte, alimentación, comercio), etc.-, aspecto educativo -el “texto audiovisual” como forma de comunicación- y, finalmente, al aspecto cultural y artístico.
En el ámbito internacional, el texto refiere a la importancia de otorgar tanto o mayor reconocimiento internacional al país que “partidos de fútbol en un Mundial”, a través de festivales de cobertura mediática como Cannes y Venecia.
Además del aguardado Instituto Nacional del Audiovisual Paraguayo (INAP), la Ley N° 6.106 permite la creación del Fondo Nacional del Audiovisual Paraguayo (FONAP), que buscará fomentar industria audiovisual.
Richard Careaga, director de fotografía de cintas como 7 cajas y Los buscadores, sostiene que la promulgación de la ley representa “un antes y un después en la historia del cine paraguayo”. “De aquí en adelante se abre una cantidad de oportunidad que va a hacer que el país termine de consolidarse”, sostiene.
Tras la creación del INAP, el también publicista apostaría como primera medida a una inmediata capacitación en el área. “Empezar a hacer talleres, traer gente de afuera y enviar paraguayos a hacer cursos y seminarios afuera”. Al mismo tiempo, promocionar al Paraguay en la región como un polo de producción cinematográfica.
Mientras se embarca en la escritura de su ópera prima -una película bélica que partirá en una de las batallas de la Guerra del Chaco-, Careaga menciona que la ley “está pensada” para minimizar la burocracia y estimular la transparencia. “La forma en que se elige el director ejecutivo es bastante transparente. Las propias organizaciones proponen la terna (…). Queremos hacer un instituto totalmente online, transparente, electrónico, para que cualquiera pueda ver en tiempo real lo que está pasando. Lo que no queremos es que el cine paraguayo pierda su propio instituto y caiga en manos de políticos corruptos”.
El productor Osvaldo Ortiz Faiman también se suma a las celebraciones y aguarda que el mercado paraguayo se convierta en un centro de conquista en toda la región. “La prioridad es traer gente de afuera a filmar a Paraguay: eso es barato, gratis prácticamente. Es algo que puede traer fondos al instituto. El instituto puede cobrar por servicios que da, después apuntalar todo lo que ya está creado y funcionando, como Itaipú y Yacyretá”.
El realizador de Al tercer día y coproductor de la cinta Guaraní señala que el mercado local puede ofrecer manos de obra, equipos y locaciones con bajos impuestos. “Nosotros tenemos ahora el precio más barato para rodar en toda Latinoamérica, pagando todos los impuestos. Esa es una ventaja”.
El cineasta Marcelo Martinessi, creador de Las herederas, celebra que el Estado amplíe su capacidad de reflexionar, crecer, verse y mostrarse al mundo a través de la pantalla grande. “Eso, hasta ahora, no existía en Paraguay”, dice. Y encuentra una explicación en que a nuestras autoridades “les cuesta mucho asumir que las historias que contamos pueden ser tan diversas como la sociedad en la que vivimos”.
El ganador del Oso de Plata en el Festival de Berlín siente la promulgación de la ley como un reconocimiento a toda una generación que está ansiosa de que sus historias lleguen al cine. “Pero también como un homenaje a la generación anterior a la nuestra que, a pesar de la precariedad del medio, logró crear obras gigantes. Por nombrar dos casos: Carlos Saguier con El Pueblo en 1969 y Hugo Gamarra que viene haciendo hace 26 años un magnífico festival de cine, a veces tan en solitario”.
Sin embargo, y “sin ser pesimista”, advierte que la legislación audiovisual llega “un poco tarde”. “Para no compararnos con los grandes vecinos, tomemos como ejemplo a Bolivia. Ellos tienen un instituto de cine desde el año 1953”.
El artista apunta que “la mayoría (de los realizadores) espera que la regulación de la ley -paso final a cargo de la SNC- empuje a la producción de cine entendiendo su complejidad. Y que, por fin, las ‘décadas de oscuridad’ hayan quedado bien atrás para que este sea tiempo del cine”.
La actriz Ana Ivanova, una de las protagonistas de Las herederas, ve la promulgación de la ley de cine como “un gran paso colectivo para todos los compañeros”.
“Me siento contenta, satisfecha, emocionada y, sabiendo que la primera parte -que es este marco legal, la creación de este instituto y la creación de estos fondos- van a ayudar a fomentar estos empleos directos e indirectos que se obtienen a través del cine; y lo del instituto del cine realmente me conmueve ser parte de esto y vivir para contarlo”.
La actriz agrega que solo es la primera parte de “una larga lucha”, de un largo trabajo colectivo de organizaciones del audiovisual, un trabajo con la prensa, con el sector público, privado, que recién empieza.
Juan Carlos Maneglia, director de 7 cajas y Los buscadores, destaca que es “muchísima” gente la que trabajó desde hace años en darle forma a la acabada legislación.
“Se tomaron las leyes de otros países”, cuenta. “En un momento se tomó la chilena, la uruguaya y lo que pasó es que nuestra realidad es tan distinta a cualquier país que, realmente, ninguna se acomodaba a nuestras necesidades. Entonces era tomar todo lo que se escribió y decir: ‘esto nos sirve, esto no’, y acomodar a nuestra realidad, que es muy particular: la de un país que tiene el porcentaje más bajo de toda Latinoamérica de gente que va al cine”.
Maneglia estaca que esta ley “nos pone visibles al mundo, nos permite organizarnos mejor, nos permite tratar de que todos los fondos sean democráticamente ‘distribuibles’ a todos los que quieran hacer cine, que todo sea transparente para que realmente el Paraguay busque su propio lenguaje que nos identifique”.
Por su parte, su compañera de tareas, Tana Schémbori, encuentra a la promulgación de la ley como “un paso demasiado grande”, pero también “un inicio”, en referencia a su reglamentación.
“Ahora falta la parte de armar esto, el reglamento, entonces ahí va a ser otro desafío. Pero ya tenemos nuestra ley, que es tan importante. Nosotros celebramos eso, si bien no creo que formemos parte del instituto, creo que es lo que necesitaba el cine paraguayo para decir ‘estamos maduros’”.