Tras filmar en Colombia y Honduras, la actriz paraguaya más convocada filma en la Argentina su octava película. La protagonista de 7 cajas, esta vez, debe hablar en “porteño”.
Por Jorge Coronel
Nada fue lo mismo para Lali González desde que, allá en 2012, se estrenaba en la pantalla grande la ópera prima de Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori. Con el personaje de la pícara Liz, la paraguaya conquistó públicos de países como España, Canadá, Francia, Australia, Alemania, Estados Unidos, Cuba y Argentina. En este último país, justamente, se encuentra por estos días filmando el que será su octavo filme, una cifra -por ahora- casi impensable para un intérprete local.
En El jugador, la paraguaya comparte créditos con los populares Pablo Rago y Alejandro Awada, bajo la dirección de Dan Gueller. Desde la ciudad de Mar del Plata, la actriz habló con ABC Color sobre el mayor de sus desafíos: conquistar al público argentino con un personaje de muchacha porteña… con el acento de tal. «Además que ya es difícil actual y hacer cine, ahora con otro chip: que tiene que estar en otra tonada y, si bien trabajé el acento neutro, el de Colombia y Honduras, era más permisivo que pueda ser de Sudamérica. Acá no», cuenta.
Las agotadoras jornadas de filmación -generalmente de 7:00 a 18:00- apenas le dan respiro para repasar los textos, comer… y descansar. Pero, sobre todo, para entrenar su acento, que necesariamente debe sonar porteño. Para ello, trabaja con la fonoaudióloga Mariana García Ferreiro, quien además se desempeña como coach actoral. «Trabaja mucho con los acentos, y hay una diferencia al trabajar con una fonoaudióloga que esté contigo leyendo los textos. Es donde yo empiezo a entender la forma de hablar de los paraguayos, de los centroamericanos. Cómo se pronuncian algunas pequeñas cositas que cambian el tono de una oración», comenta.
LA VOZ DE PAULINA
El poco tiempo que le deja las estrictas jornadas de filmación, Lali lo invierte en un pasatiempo muy poco habitual: poner a prueba su acento, con el dictamen de un taxista. «Mi juego interno era subirme al taxi, a ver si me decían: ‘¿De dónde sos?’. Si no me decían, ganaba», revela. En una ocasión, antes de bajar del móvil, volvió a su acento natal, para confesarle su verdadera nacionalidad. «Un taxista, entonces, me dijo: ‘No me di cuenta, pero el tema también estaba muy interesante’. Y ahí ‘caché’ también que uno se olvida del acento cuando uno está contando algo, y vos te perdés en una historia: eso es lo importante de que un personaje sea creíble. Eso me ayudó a construir a Paulina».
Paradójicamente, el elenco porteño terminó hablando… en ‘paraguayo’. «Hay una escena donde el personaje de Rago (Sergio) pregunta: ‘¿Dónde está mi bolsón?’. ¡Y le sale como paraguayo! Porque ellos también me parodian mucho y terminaron hablando todos como paraguayos», remarca, entre risas.