Dos integrantes originales de la legendaria Creedence forman parte de , agrupación que esta semana se presentará por primera vez en Paraguay.
Por Jorge Coronel y Kike Sosa
A finales de los años 70 dejaron sus huellas en la escena del rock mundial a través de la identidad de su música, que incluía la fuerza del blues, góspel, country y swamp rock. Con canciones, como Bad Moon Raising, Down on the Corner y Proud Mary, la banda estadounidenseCreedence pasó a la historia y su legado cobra vigencia a través de Creedence Clearwater Revisited, formada en 1995 por sus dos miembros fundadores.
Uno de ellos es el baterista Doug “Cosmo” Clifford (70), quien —en entrevista telefónica con ABC Revista— reflexiona sobre los mejores momentos de la histórica banda, antes del show de este miércoles en la Conmebol.
Baterías y rock
Apenas iniciada la entrevista, el baterista reconoce que no deja de disfrutar del proyecto de Creedence Clearwater Revisited, en el cual también lo acompañan Stu Cook (bajo), John Tristao (voz y guitarra), Steve Gunner(guitarra y teclado) y Kurt Griffey (guitarra).
Su despertar musical se dio a temprana edad, apenas cuando rondaba los años de la pubertad. “Tenía 13 años, quizá 12, y había estado comprando discos de rock ‘n roll desde que tenía nueve. Me encantaba la música”, dice. “Y luego vi a The Beatles en el show de Ed Sullivan y me dije: ‘Quiero hacer eso’. No sabía qué quería tocar, pero sabía que quería hacer rock ‘n roll…”.
-¿Cuándo decidiste ser baterista?
-Vi un especial de televisión con Gene Krupa, un gran baterista de ‘big band’, cuando tenía como 12, y fue entonces cuando me di cuenta de que eso era lo que quería hacer. Pero quería hacer rock ‘n roll, no música de ‘big band’.
-Tanto en lo musical como en lo estético, ¿cuál considerás el mayor mérito o el punto más alto en la historia de Creedence?
-Es un legado de rock y buena música que tiene tres generaciones de fans y que sigue marchando y marchando… ¡Tenemos más fans jóvenes ahora que viejos!
-Se habló bastante de la participación del grupo en el histórico festival de Woodstock (1969). ¿Qué recordás especialmente de aquella participación?
-Woodstock fue una pesadilla logística. Llovía y estábamos muy retrasados en el horario; se suponía que teníamos que subir mucho antes, acabamos subiendo en plena madrugada y estaba tan oscuro que, en realidad, no podíamos ver al público. Y la audiencia respondió cuando empezamos a tocar. ¡Eran como la 1 o las 2 de la madrugada, y nos preocupaba que la gente estuviera exhausta y se durmiera durante nuestra presentación! Una vez que empezamos a tocar volvieron a la vida, fue muy espectacular.