Tras completar el circuito de 20 países latinoamericanos que alguna vez realizara el recordado músico y compositor Agustín Pío Barrios “Mangoré”, la guitarrista clásica Berta Rojas regresa a su tierra cargada de esperanza.
Por Jorge Coronel
El 1 de noviembre pasado, la guitarrista paraguaya Berta Rojas se presentaba en el Teatro Nacional de San Salvador. Y no era un concierto más: era nada menos que el país número 20 que pisaba, siguiendo la ruta que había emprendido el entrañable guitarrista Agustín Pío Barrios.
Luego de concluir la proeza, y a solo días de la entrega de los Latin Grammy Awards (por su disco Salsa rojacompite al Mejor álbum de música clásica), la guitarrista concluye un periodo itinerante de su carrera. En 2011 había empezado la gira, que la llevó a escenarios de países como Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Cuba, México, Costa Rica y, finalmente, El Salvador… país donde falleciera el respetado artista.
-¿Cómo fue el cierre de la gira, en El Salvador?
-Hermoso, sinceramente. El público colmó las instalaciones del teatro con auténtico fervor mangoreano. Afuera quedó muchísima gente sin poder entrar, lo cual nos llenó de pena porque hubiéramos querido acomodar a todos. Por suerte, la televisión abierta transmitió el evento en vivo y, con ello, pudimos llegar a todo el país. El respeto y admiración hacia Mangoré está latente en el pueblo salvadoreño y es digno de admiración.
-Como invitados especiales del último concierto, participaron el guitarrista salvadoreño Jorge Sanabria y una orquesta con 22 jóvenes guitarristas. ¿Cómo surgió esa colaboración y cómo fue el resultado final?
-Yo quería lograr un momento de verdadera hermandad entre nuestros pueblos, porque la relación quedo resquebrajada luego de los intentos de Paraguay por repatriar los restos de Mangoré. Como la música sana todas las heridas, quise que este gesto simbolizara cómo dos naciones hermanas pueden unirse y potenciar lo que hoy nos convoca y que es difundir el legado de Mangoré. El marco de 22 guitarras tocando la Danza Paraguaya logró eso. Nunca voy a olvidar las sonrisas de los jóvenes guitarristas, muchos de ellos que nunca habían tocado en público… encontrarse con esa sala rebosante, de pie, aplaudiendo. Sé el estimulo que para ellos representa y me siento feliz de haberlo podido hacer. Sé que Mangoré hubiera estado contento.
-A través de las redes sociales pudimos ver que, junto a Paquito D’Rivera, pudiste visitar la tumba de Mangoré. ¿Cómo viviste ese momento?
-Me emocioné sinceramente. Llegamos hasta él con mucha humildad a ofrecerle lo que en estos cuatro años hicimos. Dejamos una placa que sintetiza este recorrido dado su valor histórico. Paquito estaba tan emocionado, como yo.