Aunque sin la seguidilla de hits de Señor Pombero, la banda de pop local Kchiporros encuentra un equilibrio entre el sonido comercial que acostumbra y una experimentación marcada con reggae y ska.
Por Jorge Coronel
Kchiporros – “Siente el movimiento” (2014). 4Kcho Records. No es un disco condescendiente, ni drásticamente diferente. Después del exitoso Señor pombero (2012), Kchiporros vuelve a la carga con once canciones que reafirman la búsqueda de un sonido que no deja de alejarse diametralmente de La bandida.
La apuesta no era menor: para el álbum anterior –producido, como este, por El Chávez–, la banda había armado un rompecabezas de hits, con piezas clave comoSeñor pombero, La estrella del interior, La lamparita yCada día.
Esta vez, habrá que advertir que no se perciben grandes himnos, pero sí una genética popular en temas como el que abre el disco, Los ojos rojos –remixado en marzo pasado por el famoso DJ y productor estadounidense Skrillex–, la cumbia pop Para espantar –con la banda colombiana Puerto Candelaria–, la cumbia romántica El metal y la entusiasta y radial Ana Lucía.
Con la coproducción de su vocalista, Roberto Ruiz Díaz, y Marcelo Soler (ex Salamandra y actual Kita Pena), Kchiporros no teme alejarse de los cánones de la radio, para bucear con base de reggae, en La marea; o arengar a su chica a ritmo del ska-pop de El abismo, o explorar la poesía reggae de Hoy.
Las fusiones vuelven con Estilo mexicano, una ranchera pop-rock que sirve de guiño al país azteca donde la agrupación supo formar un público fiel. Y, si hablamos de guiños, los arreglos de viento de este tema nos traerán un recuerdo: La felicidad, el recordado éxito de los ’60 del argentino Palito Ortega.
El cierre del álbum plantea una especie de lado B, en el que Chirola descifra canciones trasnochadas, salpicadas con filosofía o con cierto misterio existencial, en El sistema solar, El paso del tiempo y Cuando haya que despegar.
Con nueva sonoridad y lírica, percibida desde del lanzamiento del proyecto paralelo de su vocalista (La de Roberto), todo indica que la última versión de Kchiporros no se apura por pegar en la radio, sino a seguir proyectando su carrera a ritmo de torbellino. En eso radica la base de su movimiento.