Sus canciones trascienden décadas y se niegan a envejecer. Antes de su regreso al Paraguay, Fito Páez reivindica su historia y conexión con nuestro país.
Por Jorge Coronel
“Yo ya no pertenezco a ningún ismo / Me considero vivo y enterrado / Yo puse las canciones en tu walkman / El tiempo a mí me puso en otro lado” (Al lado del camino).Son solo algunos de los innumerables versos que elevó a la categoría de “clásicos” en la historia de la música popular en español. Nacido en Rosario, Argentina, en 1963, Fito Páez es considerado uno de los compositores de rock más importantes de su generación y una verdadera influencia para las que vienen.
Para Fito, sin embargo, el estatus avalado por la crítica y adoptado por la cultura popular no significa presión alguna. “Mirá, no lo vivo como una presión ni lo pienso… lo disfruto, es con lo que vivo y lo vivo muy intensamente, pero no me siento presionado”, asegura en una entrevista con ABC Revista. “Al contrario, me siento un privilegiado de poder estar cada día vinculado a algo tan sagrado como lo es la música. Antes estaban los chamanes que reunían a la tribu, danzaban, hacían ofrendas y sus rituales. Ahora, la música ocupa un poco ese lugar. Las personas se reúnen en un teatro o estadio para celebrar la música, y en ese viaje estamos. Maravilloso”.
El tiempo, otra vez, pone a Fito en el Paraguay. Dos años después de su último recital paraguayo —el 25 de octubre de 2014, en el Yacht—, el músico vuelve con una gira en la que recuerda los más de 30 años de la edición del segundo álbum de su carrera: Giros (1985). El concierto tendrá lugar el 12 de noviembre próximo, también en el Court Central del Yacht, y contará con la presencia de su colega y expareja, la argentina Fabiana Cantilo.
-Cantilo se suma a la gira con la que estás volviendo al Paraguay; un anuncio celebrado por los fanáticos de ambos artistas. ¿Cómo surge y se concreta esta reunión?
-Estamos ya hace un año con esta gira y hemos ido a todas partes con Fabi; es mi hermana. Lo disfrutamos mucho porque a la relación de familia que tenemos le sumamos ahora todo este tiempo compartiendo giras y conciertos. Ella es una diosa total y brilla muchísimo en Giros; era una parte fundamental de la gira.
-Hace 31 años nacían obras como 11 y 6, Yo vengo a ofrecer mi corazón y Cable a tierra,canciones que —a pesar del tiempo— se niegan a envejecer. ¿Qué recordás de los momentos de composición de estas canciones?
-Mirá, el 11 y 6 me acuerdo perfecto: estábamos de gira con Baglietto, terminamos el concierto y armamos los instrumentos en mi cuarto. Esa noche escribí entera 11 y 6. Yo vengo a ofrecer mi corazón también fue una canción que me salió toda entera y de corrido al igual. Fue un momento mágico. No lo sé, es difícil explicar por qué las canciones surgen de ese modo.
-Si nos remontamos a 1985, llegamos a un momento “dorado” en la escena del rock en el Paraguay: en enero de ese año compartías escenario con Soda Stereo y Roupa Nova —entre otros— en el Rock Sanber, en San Bernardino. ¿Qué recordás de esa experiencia?
-Recuerdo muchas cosas, todas con alegría… ¡Éramos todos jóvenes queriendo comernos el mundo! Fue un momento de esplendor total. De quien más me acuerdo es de Herbert Vianna, y ahora, con el tiempo, veo todo el significante de su curiosidad adentro de un continente, ¿no? Porque él quería saber de qué se trataba el resto de América y hablaba muy bien castellano e inglés; él quería estar en el mundo de alguna manera. Era el mejor de la tropa en ese momento. Creo que fue un momento inolvidable para todos los que estuvimos allí.