Romántico, pícaro y enérgico. Así se mostró el cantante italiano Eros Ramazzotti, quien se metió a los paraguayos en el bolsillo en su show de anoche en la Conmebol.
Por Jorge Coronel.
Tiene 52 años. La primera vez que llegó al Paraguay fue el 5 de abril de 1994. Vendió más de 65 millones de discos en todo el mundo y grabó grandes clásicos de la balada y el pop en italiano y español. Con varias decenas de producciones editadas y una popularidad casi global, parecía extraño que tantos años pasaran para su regreso a nuestro país. En aquel entonces, eran -radicalmente- otros tiempos: la industria de conciertos era casi inexistente y el cantante debía trasladar todo el equipamiento técnico para sus giras en Sudamérica.
Veintidós años después, Ramazzotti volvió convertido en una legendaria figura del pop rock y la balada. Su público de siempre estuvo allí, vibrando con él en el Centro de Convenciones de la Conmebol, aunque difícilmente pudieron multiplicarse. Era un nicho bien definido, con -principalmente- mujeres mayores de 30 años, listas para el festín musical a lo largo de dos horas.
Después de la apertura a cargo de Andrea Valobra y Óscar Fadlala, el artista italiano pisó el escenario junto a una potente banda de músicos. Quien nunca lo vio antes en vivo pudo advertir su calidad vocal intacta y una formidable formación de intérpretes. Entre ellos, el baterista Vinnie Colaiuta (Joni Mitchell, Herbie Hancock, Quincy Jones, Leonard Cohen) y el guitarrista Michael Landau (Michael Jackson, James Taylor, Miles Davis). El álbum Perfecto (2015), esta vez, fue la excusa ideal para regresar a estas tierras y validar el reencuentro, que tuvo su inicio con La sombra del gigante.
Aplausos y mucha emoción acompañaron cada tramo del show, que siguió con una especie de karaoke italiano, con de Il tempo non sente ragione. «¡Buena noche, Asunción! ¿Qué pasa? ¿Todo bien?», saludaba el cantautor, entre las primeras -de las tantas- interacciones de la noche.
Algo que no deja de sorprender es que, a pesar de la carrera que construyó en español, Eros nunca aprendió el idioma (salvo, claro, las frases de rigor). Ese es el mayor motivo por el cual dependía de un par de teleprompters ubicados estratégicamente en el escenario.
El artista aprovechó también para lucirse en su faceta de guitarrista, con algún que otro solo poderoso, en canciones como Estrella gemela y Fábula. La interacción con sus fans fue permanente: momentos como Flor nacida ayer, el cásico Si bastasen un par de canciones y su repentino ‘salto’ al público, en canciones como Terra promessa -en su idioma natal- y Per me per sempre impulsaban con energía el encuentro musical.