Llegan desde Córdoba, Argentina, para hacer lo que mejor saben: un rock rabioso con sabor diferente al que llaman Eruca Sativa. Dos integrantes nos hablan de la esencia de una banda que promete.
Por Jorge Coronel
Con tres discos de estudio y un CD+DVD recientemente lanzado (Huellas digitales), Eruca Sativa es el power trío que -por estos días- se encarga de sacudir la escena del rock en el vecino país. Integrado por Lula Bertoldi (voz y guitarras), Brenda Martin (bajo y coros) y Gabriel Pedernera (batería y coros), Eruca debuta en nuestro país este viernes, desde las 21:00 en Glam (San Martín y Agustín Barrios), en un concierto íntimo pero furioso.
La enérgica bajista y el entusiasta baterista nos hablaron, en un encuentro en el barrio porteño de Palermo, del espíritu y la fuerza de un trío que, este viernes, promete sorprender a sus fans.
-¿Cómo definen ese espíritu tan inquieto que tiene Eruca Sativa?
-Brenda: Nosotros sentimos como que el espíritu de la banda tiene que ver con la transformación de la música, de nosotros. Es como que estamos muy abiertos al cambio, a aprender juntos, a crecer y a ir tomando cosas nuevas, experimentando sonidos y encontramos en la banda como un espacio de libertad para que cada uno aporte lo que le nace, y que sea un lugar de expresión. Creo que el espíritu más fuerte es eso, tiene que ver con la esencia de la banda.
-Todos provenientes de Córdoba, ¿cómo surge la formación del grupo?
-Gabriel: Es como atípico porque, generalmente los grupos vienen como de la escuela, o de un grupo de amigos, y nosotros nos conocimos tocando por ahí, con distintos grupos, en distintos lugares; y, de repente, compartiendo un poco de música, vimos que podía haber como una química y, finalmente, se dio el encuentro para tocar. A partir de ahí cambió todo: empezamos a ver que se generaba algo distinto, que se generaba un clima diferente y, en base a eso, empezamos a armar canciones y ahí se generó como una bola de nieve musical, de donde se forman canciones, discos, salir por todos lados a tocar y a compartir con la gente esto que nos une, que es la música.
-Con tres discos de estudio editados, ¿cómo fue el proceso de composición de ese puñado de canciones?
-Gabriel: Con cada disco fue distinto porque, al principio, el primer disco lo grabamos teniendo muy pocos meses de vida, entonces cada uno aportó lo que ya traía de antes. Lula tocaba con un grupo de antes, entonces fuimos armando eso y un rejunte de todo ese material fue el primer disco, que se llamaba La carne.
Pero, para el segundo disco, fue muy distinto porque nos encerramos en una sala los tres con canciones desde cero, ya conociéndonos un poco más, ya con 2 años de ruta; entonces se generó como otra energía. Cuando la canción ya está dando vueltas en el aire y baja, se empieza a convertir en música y en palabras; la energía es otra y el disco Es, que fue el segundo, nació así, de cero.
Y, el tercer disco, tratamos de repetir eso que tan bien nos había hecho y empezamos a hacer canciones desde cero, también en la sala, y escribimos un montón. Fuimos como descartando, hasta que llegamos a este concepto de Blanco, que es nuestro tercer disco.
-Ya para el segundo disco se instalan en Buenos Aires. ¿Cómo fue ese cambio radical?
-Brenda: Fue lindo porque fue como venirnos a empezar un poco de nuevo acá (Buenos Aires), y también muy concentrados: conocer gente nueva, hasta muy concentrados al objetivo: ¿a qué vinimos? A tocar, a conocer lugares, otras bandas, intercambiar con músicos de otros estilos y también en los bares donde tocábamos, con bandas que no habíamos escuchado nunca; y estuvo buenísimo eso: la experiencia de animarnos a dejar todo lo que teníamos en Córdoba. Y, si no le encontrábamos la vuelta a la forma de vivir, nos volvíamos…no teníamos que perder nada. En realidad, lo lindo es estar tocando y, si tenemos ganas de tocar juntos, es como suficiente. Eso es como lo más lindo que tuvo.