Fundada en 1967, la Rolling Stone es referente de la música y la cultura joven en el mundo. Juan Morris, secretario de redacción de su edición argentina, nos acerca a la intimidad de sus páginas.
Por Jorge Coronel
En la ciudad estadounidense de San Francisco se editaba, en noviembre de 1967, su primer número. Identificado con la contracultura ‘hippie’, la revista hurgó en los estándares periodísticos tradicionales para dejar sus huellas en la cultura popular.
En el año 1998 -31 años después de su fundación-, la franquicia desembocaba a la Argentina, a través del grupo La Nación Revistas. Desde entonces, la marca se encargó de sellar el ADN de las distintas expresiones culturales de esta parte del continente, con distribución mensual en Uruguay, Paraguay y Bolivia.
Dentro de las distintas aristas que mensualmente posiciona, el rock ocupa un lugar especial. «Este es un país obstinadamente rockero», nos comenta en Buenos Aires Juan Morris, secretario de redacción. «Acá, a jóvenes y adolescentes, a los 15 años se les sigue ocurriendo hacer bandas de rock y sigue habiendo circuitos de rock muy grandes. Si viajás a Europa o Estados Unidos, hay hip hop, hay pop, artistas de country, hay como muchas cosas distintas y el rock es una cosa más… (piensa). ¡Ni hablar de los DJs y la música electrónica!».
Morris -quien empezó su carrera en la revista de espectáculos Gente y luego en la publicación sobre política y sociedad, Newsweek- asegura que el «periodismo de rock», hoy, es una «antigüedad». «El mundo fue cambiando mucho, ahora -en todo caso- hablamos de la cultura pop. El rock está adentro de eso», enfatiza. «Pero me interesan más, en todo caso, los analistas de la cultura pop. Eso me parece que tiene que ver más con la época: la mirada para analizar los fenómenos y entender qué rol cumple en la trayectoria de una banda o solista que haga ciertos pasos, como una tradición». Es, entonces, cuando ejemplifica y habla de las estrellas post Disney: «Las chicas que, cuando se vuelven adolescentes, se independizan y sacan un primer álbum».
Deslizándose principalmente entre el pop y el rock, la franquicia puede tener en portada -sin mayores conflictos- a figuras que podrían resultar radicalmente disímiles, como Andrés Calamaro, Jorge Lanata, el Papa Francisco y Tan Biónica. ¿Cómo se decide, entonces, la bendita figura principal? «Tenemos como un plan anual de qué tapas nos gustaría hacer. Después, nos dejamos llevar por la actualidad -como pasó, en octubre, con la muerte de Cerati. Después, tenemos plan de notas que vamos desarrollando en proceso, que los autores de la revista van trabajando, planteando».