Considerado uno de los músicos más influyentes del rock alternativo, el emblemático Morrissey recogió aplausos paraguayos la noche del domingo en un Yacht y Golf Club colmado de 5.000 emociones.
Por Jorge Coronel
Ocurrió 24 horas después de lo pautado. Los pronósticos meteorológicos habían obligado a la producción local a postergar por un día el que sería el primer recital de Steven Patrick Morrissey, conocido mundialmente como Morrissey, en nuestro país.
Las expectativas no eran pocas. Después de todo, se trataba de -nada menos- del fundador de la considerada banda más importante del rock alternativo surgida en la escena de la música británica independente de los ’80, The Smiths, y uno de los compositores más influyentes de la escena indie mundial.
Lo que -para muchos- había sido un sueño de décadas este domingo fue real, en medio del bullicio mediático de las exigencias obligadas por su condición de activista vegano (radical pero coherente): nada de productos derivados de la muerte animal ni el uso de cuero ni pieles a su alrededor. Las exigencias se cumplieron y, como debía ser, el señor Morrissey saltó al escenario después de un audiovisual de experiencias musicales que duró unos 30 minutos: desde Tina Turner hasta los New York Dolls.
Más de 5.000 almas lo recibieron, entusiasmadas, cuando finalmente el inglés y sus músicos salieron a escena para abrir la noche con Suedehead, histórica canción que marcó su camino en solitario, allá por 1988. Vestido con la sobriedad de un saco negro y pantalón oscuro, el músico abrió el show con canciones como Alma Matters y Speedway -la segunda, con algunas frases en español, de la mano de su músico, el multiinstrumentista colombiano Gustavo Manzur-.
Una explícita denuncia de la represión policial tuvo lugar con Ganglord, entre aplausos del público que no paraban de agitar en momentos como World Peace Is None of Your Business -de su más reciente álbum, editado en 2014-, la rítmica Everyday Is Like Sunday, la apasionadaKiss Me a Lot -que le sirvió para coquetear con sus fans- y la nostálgica Jack The Ripper.
Después de los saludos (en español) de la banda, era momento de Everyday Is Like Sunday, aquel clásico también editado en su álbum debut solista y que generó enérgicos coros a lo largo del Yacht.
La militancia vegana tuvo un gran despliegue al ritmo de Meat is murder, clásico de The Smiths que -como acostumbra hacerlo- le permitió compartir imágenes de animales -desde vacas y pollos hasta peces y caballos- en plena mutilación en mataderos. «¿Cuál es tu excusa ahora? La carne es asesinato«, concluyó el cantante, con su alarmante frase en pantalla. En un país mayoritariamente carnívoro, los aplausos de los fanáticos consignaron -al menos- respeto a la filosofía de vida de su ídolo.