La legendaria cantante brasileña Gal Costa se presentó por tercera vez en Paraguay en una cena show donde brilló en virtuosismo, pese a la frialdad del público.
Por Jorge Coronel
Con 48 años recorriendo escenarios –de sus 67 años de vida–, no es poca la autoridad que una cantante como la brasileña Gal Costa tiene en su haber para pararse sobre un escenario y derrochar talento, con la sencillez de una obrera de la canción y la voz de un ángel bahiano.
Costa estaba allí, frente a un público que asistió a una cena show en el Centro de Convenciones de la Conmebol con motivo del Día de los Enamorados, que pagó entradas que superaba el millón de guaraníes, para verla en vivo con sus parejas.
Estaba ella –esa gran voz– acompañada solamente por el ritmo y la gracia de una guitarra ejecutada por su compatriota Luiz Meira, un compañero suyo de años, así como de otros grandes artistas.
Tiempo atrás, la paraguaya Melissa Hicks subía al escenario pasadas las 23:00, con un formato acústico en el que propuso canciones propias y versiones.
Era alrededor de las 23:40 cuando una Gal Costa vestida de negro ofrecía “Eu Vim Da Bahia”, del emblemático João Gilberto, considerado como uno de los creadores de la bossa nova.
Solo interrumpida por un pequeño desperfecto con el micrófono, la cantante prosiguió con “Azul”, acompañada también por el sonido de sus dedos.
El ritmo seguía con una creación de Caetano Veloso, la poética “Meu bem meu mal”. “Yo no hablo castellano; hablo portugués o ‘portuñol’”, se disculpó la cantante, quien se defendió en un español diciendo que “es una alegría, un honor estar acá con ustedes, en el día de los enamorados (…). En Asunción, Paraguay, ¡después de tanto tiempo!”.
El concierto daba lugar, así, a una serie de canciones escritas por grandes compositores que la consagraron como una de las cantantes fundamentales de su tierra.