Mientras la Iglesia católica celebraba el inicio de una nueva Semana Santa, un Mesías de la canción brindó un espectáculo que supo combinar letra, música y una Asunción que lo estaba esperando con fidelidad.
Por Jorge Coronel
Su reencuentro con el Paraguay, catorce años después de su última visita, reunió a más de 7.000 personas que agotaron las entradas para disfrutar del show que lo trae a tierra americana de la mano de la gira El Penúltimo Tren.
Sin dudas, una impecable producción de Garzia Group; a pesar de queab initio escatimó en aspectos como la falta de acreditaciones, la cancelación de conferencia de prensa por una justificada demora de vuelo; ergo negativa de declaraciones posteriores por parte del cantante hacia un público que lo estaba esperando.
Acompañado por Pancho Varona (bajo), Antonio García de Diego(guitarra), Marita Barros (voz), Jaime Asúa (guitarra), Pedro Barceló(batería) y José Miguel Sagaste (saxo), el español arrancaba el concierto con su clásico sombrero; vestido de chaqueta negra, camiseta y pantalón gris. Abrieron el repertorio Esta noche contigo yTiramisú de limón. Más tarde vendrían Virgen de la Amargura yGanas de…, con la euforia generalizada de un público que disfrutó de la complicidad, genialidad y buen humor del español.
«Como nos enteramos que en Asunción no hay ferrocarril, dijimos Vayamos a Asunción’ (…) Porque al fin y al cabo uno siempre escribe la misma canción… la del pecado mortal, sin excusas», señalaba un Sabina que demostró gozar de plena vigencia, desafiando tiempos, geografías y barreras generacionales.
«Uno siempre aprende la misma guarania que el maestro Flores enseñó. Es un lujo volver a Asunción», expresaba con emoción, acompañado del cálido recibimiento de sus condicionales.
Empapado del afecto guaraní, el cantautor interpretó Medias Negras,Aves de Paso y Peor para el sol, dejando corear al público, con el que generó una conexión interesante.
Fue cuando, avispado e irreverente, señaló con claro sarcasmo: «Hace catorce años el país era distinto. No teníais a un obispo de presidente. A mí me parece muy bien; pero la Teología de la Liberación también debería usar condón».