Por Jorge Coronel

Creativo, inquieto, entusiasta, viajero. Bohemio, irónico, locuaz, aunque reservado. Así percibimos a Robin Wood durante una extensa entrevista telefónica que nos concedió desde el otro lado del mundo… en realidad, desde la región de Lombardía, en Italia, una zona paradisíaca que limita con el lago de Como.

Por supuesto, allí no está solo. La acompaña su esposa María Graciela Sténico, a quien conoce desde su infancia en Encarnación, pero con quien –después de hacer una vida cada uno por separado– se reencontró hace unos 15 años. Desde ese momento, no se volvieron a separar, tanto que sellaron su amor con un doble casamiento: en Trento, Italia, pero también en Paraguay. Anteriormente, Wood había tenido cuatro hijos de otra relación.

Robin y María Graciela pasan hoy varias temporadas en diversos países de Europa y Paraguay. La pasión del escritor por comerse el mundo viajando nació poco tiempo después de abocarse a la historieta. «Cuando empecé a ganar dinero con la historieta, enseguida quise ir a dar la vuelta al mundo», dice. «Tomé un barco carguero: fui, bajé a Nápoles y de repente estaba en Europa. Ahí me mareé. Lo disfruté tanto… todos los días algo nuevo, países nuevos, idiomas nuevos», rememora.

Pero, lejos de cualquier tipo de vacaciones, sus viajes por el mundo lo mantienen activo. El autor -contratado por la Editorial Aurea- recibe continuamente ofertas de editoriales y periódicos internacionales. Recientemente lo convocaron desde el diario suizo Corriere Del Ticino para la publicación de uno de sus más emblemáticos personajes, Cono, creado hace más de 35 años. La historieta lleva muchos años publicada con éxito en Italia y esta vez el interés nace desde Suiza. «Le contrataron para que sea publicado en el diario, diariamente, en forma de fascículos», nos cuenta su esposa. También le encargaron un trabajo sobre la Batalla de Marignano, acontecimiento histórico que provocó la desestabilización del equilibrio de fuerzas en Europa y la intervención posterior del emperador Carlos V en Italia, en 1515.

ENTRE LIBROS E IDIOMAS

Robin es descendiente de socialistas australianos que huyeron de su país y llegaron al Paraguay. Sus abuelos habían fundado la ciudad de Nueva Australia. A los 8 ó 9 años –no recuerda exactamente– se mudó a Encarnación y, un tiempo después, se trasladó a Buenos Aires.

Esa visión cosmopolita, sin embargo, ya se había iniciado en su Caazapá natal. «En la colonia donde nací ninguno hablaba castellano. Todos hablaban inglés: eran irlandeses, escoceses… desde muy chiquito empecé a leer», cuenta Wood. «Leía libros en inglés, en castellano, cualquier cosa. ¡Hasta hoy en día sigo con ese vicio!», revela.

El descubrimiento de la creatividad, como debía ser, también fue precoz. «Desde muy joven escribía mucho, leía mucho. Gané dos premios literarios, de muy joven todavía», recuerda. «Nunca pensé en ser escritor. De repente, un día, estudié dibujo, pero era muy malo. Un amigo mío que era dibujante de historietas me pidió un par de guiones, le escribí, me ofrecieron un contrato y empecé a trabajar. Desde entonces estoy dedicado a viajar y trabajar». Su vida profesional se inició, así, a sus escasos 22 años. Por entonces nacía uno de sus personajes de culto: Nippur de Lagash.

Robin Wood
Los trabajos de Robin Wood recorrieron el mundo.

Leé la entrevista completa en ABC Color.