Un estadio del Olimpia lleno recibió al cantautor guatemalteco Ricardo Arjona la noche del viernes. Éxitos y estrenos, con un importante despliegue visual.
Por Jorge Coronel
“Yo te ofrezco el resto de mi vida por un choripán con vos a la salida” (sic), rezaba uno de los tantos carteles que parte del público femenino portaba a lo largo del estadio del Club Olimpia. El intérprete de 50 años, dueño de particulares letras y de una popularidad internacional, se presentaba en el país un año y medio después de su último show.
Esta vez, como parte de su Viaje Tour, la gira que emprende promoviendo más reciente producción, Viaje (2014). El leitmotiv de trotamundos será, entonces, una constante. Desde la atractiva puesta en escena (un simulacro de ferrocarril con la espectacularidad de efectos audiovisuales) hasta el impecable despliegue musical (la banda se luce de principio a fin) realzan el repertorio del artista… tan celebrado por sus incondicionales.
Montado en un cuatriciclo como continuidad del material proyectado,Ricardo Arjona aparecía en el escenario pasadas las 22:00. A la luna en bicicleta introducía, así, a un show que no tuvo baches y que mostró al cantante en contante interacción, incluso más entusiasmado que en su concierto anterior.
La fuerza del inicio estuvo a cargo de los hits radiales El problema yAcompáñame a estar solo, mientras globos de helio blancos sobrevolaban el estadio Manuel Ferreira, del Club Olimpia. Los coros estallaban a la par de Dime que no y Cuándo, entre arreglos de viento y los gritos frenéticos de sus fanáticas.
“Este país me gusta mucho”, aseguró el cantante. “Cuando veo por la ventana, veo a sus mujeres caminar y me gusta más”, subrayó, en plan demagógico. Otro motivo más para que ellas caigan a sus pies. “Esta puede ser nuestra mejor venganza para nuestros enemigos: pasárnosla bien”, arengó, antes de presentar Sin ti, sin mí.
Con problemas de sonido, dio una versión de Soldado raso, tema que presentó como “una canción que nos han pedido mucho y no la habíamos hecho”. En medley, continuaba el éxito de Desnuda, acompañada por las miles de voces que llenaron el estadio.
El recorrido cosmopolita-mental llegaba con Viaje y la melancolía deInvertebrado. Subido a un tren –y con imágenes protagonizadas por la modelo argentina Jesica Cirio– era momento de Piel pescado, que desembocó en un monólogo sobre las “parejas nuevas”.
El cantautor volvió a mostrar esas rimas que tanto le gustan (uniendo palabras como fideicomiso con paraíso) en Cavernícolas, para ofrecer aquel éxito que fue Historia de taxi. Esta vez, en obviedad visual… subido a un taxi.
Leé la crónica completa en ABC Color.