Pocos saben de la pasión que desbordaba el séptimo arte en el recordado y célebre Augusto Roa Bastos. Una aproximación a la faceta de guionista del escritor más importante del Paraguay.
Por Jorge Coronel
Nadie duda de su genio literario ni de la fortaleza de sus cuentos, novelas y poesía. Una faceta, sin embargo, no muy explorada de su creatividad es la del guionista cinematográfico.
En sus días de exilio en Buenos Aires, Augusto Roa Bastos se desempeñó como guionista de cine por más de quince años -en la década de los ‘50 y parte de los ‘60-. «(…) Lo que podría llamar el tiempo de mi ‘carrera’ de guionista se puede contar más vale por los guiones rechazados que por los aceptados y filmados”, confesó en el texto Reflexiones sobre el guión cinematográfico.
Cuando tuvo que viajar a Francia para hacerse cargo de la cátedra de literatura hispanoamericana en la Universidad de Toulouse, en el año 1976, el escritor tuvo que dejar en Buenos Aires “no menos de una decena de libros de cine no filmados (el libro es obra más extensa, pormenorizada y documentada que un guión) como saldo de una larga batalla perdida», según comentó.
Alguna vez él mismo denotó su perfil de guionista de cine como una profesión «de supervivencia»; sin embargo reconoció la influencia en su «estilo descriptivo», después de estructurar argumentos y diálogos que conformarían el guión o «libro» final de una larga serie de largometrajes. Aunque algunos textos llegaron a la gran pantalla; otros nunca fueron filmados.
¿Cómo recordaba Roa Bastos aquellas obras? «Recuerdo que entre ellos había adaptaciones de obras realmente importantes en la historia de la sociedad argentina: La Guerra del Desierto; La colonización judía en la Argentina; gran obra de Sarmiento, Civilización y barbarie, con la alucinante historia de Facundo Quiroga”, señalaba.
Tampoco olvidaba “El tigre de los llanos, como centro argumental; la historia mítica y fantástica de La Ciudad de los Césares, en la Patagonia, una historia del general Lavalle en su lucha contra Juan Manuel de Rosas inspirada en el final de la obra de Ernesto Sábato, Sobre héroes y tumbas; un documental sobre los ferrocarriles argentinos; un documental sobre andinismo; una adaptación del gran poema nacional, el Martín Fierro, en la que interpolaba la Biografía de Isidoro Tadeo Cruz, escrita por Jorge Luis Borges”. En aquella historia, según mencionaba, “el milico Cruz (…) se pasa al bando del perseguido y pelea con él hasta la muerte. Yo lo hacía morir a Cruz para salvar a Fierro».