Entre verdulerías, carnicerías, pancheros, productos falsificados y esa peculiar mixtura que integra tanto a locales como orientales, allí está el Mercado 4, casi protagonista de la película.

Por Jorge Coronel

Con sus colores e imperfecciones, el paisaje ferial de Asunción es el escenario perfecto para el thriller que Juan Carlos Maneglia y Tana Schembori diseñaron en la cómplice aventura que decidieron llamar “7 Cajas”.

No tardarán en aparecer en pantalla esos estancos móviles que serán el eje narrativo en lo que dure el film: las 7 cajas que Víctor (Celso Franco) –un carretillero de 17 años– debe transportar con el mayor sigilo. Él no sabe el contenido, siquiera preguntó, solo intentará cumplir con la tarea encomendada, a la espera de su mitad rasgada de 100 dólares americanos a modo de compensación.

Será ese, entonces, el puntapié de las andanzas que vivirá el protagonista junto a Liz (Lali González), entre recorridos, persecuciones y situaciones al límite.

El verdadero sueño del adolescente, lejos de carretillas y encomiendas, es solo verse reflejado con la misma mágica facilidad en los televisores de un centro comercial del Mercado, o con la que se graba con un módico teléfono celular (que no puede comprarse).

Entre los méritos del guión –en cuyos créditos aparece el guionista y dramaturgo Tito Chamorro– se destaca la fluidez de los diálogos, una deliciosa serie de gags y frases que calzan –sin condicionar– a sus personajes.

 

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